Nos creemos los dueños del mundo y por tanto que la naturaleza nos pertenece, que la podemos utilizar a nuestro antojo. Es el fondo de la mayoría de nuestras fotos de vacaciones, pero aun así, seguimos sin verla. No miramos mas allá de nosotros mismos.
Las playas / la montaña son el lugar predilecto para muchos durante sus vacaciones. Olvidar el stress y el ajetreo de la gran ciudad y coger fuerzas para el duro invierno son las prioridades para estos turistas.
Sin embargo en muchos casos, estos lugares se convierten en prolongaciones de las grandes ciudades, con miles de personas luchando por unos centímetros de arena o por tomarse una cerveza en el chiringuito.
En esta serie de fotos tratamos de mostrar al ser humano como figura inseparable de su entorno y por lo tanto asociado a este, pero tratando de eliminar la mayoría de los elementos externos que no sean el propio medio natural.
Por un lado hay una finalidad simplemente estética: imágenes limpias en la que el placer provenga de su propia contemplación.
Por otro lado se busca la reflexión entorno a la naturaleza. En realidad no somos nada en comparación con ella; nosotros desapareceremos y ella seguirá aquí. Lo único incierto es si esto sucederá cuando los daños que le estamos causando ya sean irreversibles.